La incansable necesidad
de hacernos daño repentinamente,
solo avizora la inclemencia
con la que los orígenes vespertinos
de nuestra consciencia
nos alejaron de la verdad.
Somos lo que decidimos.
Punto.
Caminamos fuera del triángulo,
juntos nos largamos de todo,
así mismo, de la mano,
ahora caminamos en la brecha,
en esta zona primordial
que nos columpia.
Este caldo de cultivo,
seco como la noche,
nos abandona frente a los demonios.
Así también,
Frente al gendarme
que nos cerró la puerta,
que nos negó la oportunidad
de
ser
uno
con la sonrisa
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