domingo, 9 de junio de 2013

Aqueronte

 Destierro, carne descompuesta
en sílabas y versos.

Por supuesto, endebles, inextricables,
enfermizos e inconsecuentes.
Y la luna cayéndose a pedazos,
y las lágrimas que lubrican el proceso.

Después, se queja el silencio.
Se tuerce entre tus sábanas aullando.
Y le prestas tu hombro para que llore,
esperando ansioso que por fin se calle.

En este punto es fácil seguir.
Es como andar en bicicleta.

Sangras y sangras por la pluma
tinta a borbotones
Te borras, te rayas, te tachas,
te corriges, te arrugas, te desechas.

Y las paredes se vuelven muy delgadas
se vuelven culpables directas.
Y los puños buscan acusados,
se quiebran a la par con los espectros.

Si no has mojado el panorama,
entonces falta todavía la ignominia

Embajador en tu propia trinchera,
cierras la boca con las moscas dentro.
Añoras el metal del tubo en tu sien
y la corbata de soga, que te quedará bien.

Te comiste ya tu propia sal a sorbos,
y tus entrañas son una masa que se parece a ti.
Empiezas ayer muchos días, pensando siempre
que mañana va ha estar aquí, sin este horrible hoy.

Sólo entonces te deja y se va,

el Spleen marcha a buscarte en otros cuerpos.

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